Hotz egiten dut. Hago Frío

Descripción

Exposición individual de Ibai Maritxalar Urkia (Errenteria, 1979).

He pasado la tarde mirando los trozos de tela, listones, latas de cerveza y pinceles podridos que se han acumulado en el rincón del estudio. Acompañado por la música (Bon Iver últimamente), visitar el estudio es un buen momento para estar solo. He escrito “Me echo de menos” en el cuaderno y he dibujado al lado un caballo de seis patas.

Han pasado veinte años desde que dejé la facultad. Me refiero a la época en la que Fito, Iñaki, Eskubi, Erramun y Laka tenían un poco más de pelo. He recordado enseguida a Itxaso y a Arantza, si no me equivoco, las únicas profesoras que tuve en Bellas Artes. Las cosas han cambiado desde entonces.

Aunque recuerdo los años de la facultad bajo niebla, los que han pasado desde entonces los tengo en HD transparente. Aquí y allá. Esto y aquello. Villarriba villabajo, pero la pintura siempre me ha acompañado. Una fuerza que no sé explicar muy claramente me ha llevado a pintar cueste lo que cueste, a sentirme pintor.

Ser pintor, creador o artista supone, de manera irremediable, una carga, expectativas. La paradoja de estar pendiente de algo, de tener que recibir el beneplácito de los demás, una danza ininterrumpida sin música… el do it yourself eterno. Una poción mágica para arruinar el verdadero impulso natural. Y escuchando la canción de Boris Vian «Le déserteur«, yo mismo me siento prófugo, con ganas de escupir lo que aparece al otro lado del espejo. Porque la pintura tiene eso, la facultad de superar todas las mentiras construidas y llegar a verdades crudas a través de los resquicios.

Suena una charanga. Se secan los llantos y el caballo de seis patas empieza a bailar al son de “Brutal Honestidad” de Calamaro. He cogido el pincel y a galope tendido aparecen estas pinturas que han llegado al rincón Zollo. Por un lado y por otro, entre las carnes y babeando ha sido un parto natural, un vaciado inmaduro sin epidural.

Ibai Maritxalar Urkia (Errenteria, 1979): Cogí el primer pincel en la facultad Bellas Artes y desde entonces he entendido la creatividad ligada a la pintura. He pintado en casa, en la calle, en el estudio y en el extranjero. He pintado telas, paredes y objetos. Y fue la pintura la que me llevó a explorar espacios, a crear instalaciones y por último de estudiar escenografía al teatro. Llegué a México tras dos años volcado en las artes escénicas en Londres y Polonia y mi vida cambió. Conocí las esperanzas perdidas y la luz de Antonin Artaud. Encontré el amor y el color. Pero sobre todo cambió mi mirada y se amplió mi campo creativo. Actualmente compagino pintura y teatro tanto en solitario como con el grupo de teatro Zoruk. Además, soy profesor en Secundaria y hablo con mis alumnos sobre creatividad, emociones y lenguajes artísticos. En los últimos años he realizado trabajos de escenografía para Kukai, Anakrusa, Txalo o Bertsozale Elkartea y he realizado exposiciones individuales y colectivas en Euskal Herria, Inglaterra y México.

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