Jose Luis Casado Arsuaga

Descripción

Esta exposición individual forma parte de un tipo de ellas en las que se quiere reconocer la trayectoria de determinados artistas y creadores que no han tenido un reconocimiento, se encuentran un tanto olvidados o quieren realizar una exposición con material inédito que nunca antes habían expuesto. En ese sentido mostramos aquí obra de un ex-profesor de BBAA, Jose Luis Casado, que ha sido muy importante para un conjunto de profesores de una generación anterior, y del cual hemos aprendido a entender y a profundizar en torno a la pintura.

«Tenía yo cinco o seis años y asistía a una escuela en Legazpia a la que se entraba por una escalera descendente sobre el río Urola. Sé que al maestro le llamábamos Don Eusebio y creo recordar, según reconstrucción posterior, que era de Andoain. Cuando se jubiló se despidió de cada uno de nosotros con un beso y un libro. Tenía yo seis años.

Con él vi yo realizada la utopía.

Los jueves por la mañana, sacaba del cajón del pupitre un manojo de tarjetas con imágenes de animales que, no sé si era algún juego educativo o simplemente una colección de cromos, nos mostraba parsimoniosamente, haciendo los comentarios correspondientes. De los comentarios no recuerdo absolutamente nada, pero sé que desde mi pupitre yo tenía que estar paralizado víctima de tal encantamiento, porque recuerdo los fondos verde cromo, animales amarillentos, elásticos, con motas; cielos azules intensos, animales de cuellos largos; pájaros de plumas multicolores. El límite blanco de las tarjetas, el cielo amarillo nocturno, una bestia siniestra oscura: La hierofanía del color y la figura.

El maestro me regaló una caja de lápices Alpino con los cuales dibujé y coloreé a Abraham sacrificando a Isaac.

El mismo efecto del color recuerdo recibir con nueve o diez años con los retratos de los futbolistas que nosotros utilizábamos para jugar a “cromos”. La fascinación que recoge mi memoria es similar a la que de adulto haya podido sentir ante un icono bizantino o un retrato del cartero de Van Gogh. Aquel efecto del color estaba más allá de todo fauvismo o suprematismo y tiene que ver con la experiencia primitiva, ingenua, con el color de las ferias y los circos.

El recuerdo de este encantamiento ha presidido el espíritu de estas pinturas que, a propósito de los fantasmas familiares y de los gestos cotidianos, se reunen en esta exposición y son el trabajo de varios años. Sin duda alguna este sentido del color ha sido activado por la luminosidad y calidez de las Islas del Caribe. Por lo demás desde el punto de vista constructivo tienen mucho en común con la serie anterior. Varían en el incremento, fijación del objeto, la imagen, lo visual, lo fenoménico. A la memoria de mi maestro de Legazpia.»

“Reivindico al pintor pintamonas y al pintor de lo pintoresco. El pintar lo que se tiene ante la mirada, la capacidad de duplicar la realidad para descubrirla bajo el estudio de la forma, el color, el peso, el volumen. Volver a ese despliegue de la mano y el ojo, del mundo real.
Esto es algo que no es pasajero y que aún no se ha superado, lo mismo que no se ha superado la dialéctica del amo y del esclavo.”

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